Por Kirsy Reyes
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EL rostro es nuestra principal tarjeta de visita. Refleja cómo nos queremos
presentar a los demás, pero nuestra cara expresa también cómo nos sentimos.
Es la única parte del cuerpo que mostramos constantemente y la que descubre
nuestros rasgos más representativos. De ahí la importancia de encontrarnos bien
en nuestra piel, para proyectar una mejor imagen de nosotros. Es por eso, que
crece el interés por los tratamientos estéticos. Las intervenciones encaminadas
a armonizar los ojos, la nariz o la boca nos ayudan a ganar seguridad respecto
a nuestra propia imagen.
Como cirujano plástico, conozco a la perfección la anatomía de la cara y cómo
se comportan las diferentes estructuras que la componen: los huesos, la
musculatura, el tejido graso subcutáneo y la piel. Un enfoque integral y una
perspectiva completa son de vital importancia a la hora de realizar una mejora
estética facial, tanto quirúrgica como médica.
Para los pacientes que no quieren pasar por quirófano, el cirujano plástico tiene
que ofrecer otras técnicas englobadas en la medicina estética. Las técnicas
actuales tienden más a la regeneración de la piel, a los rellenos con sustancias
reabsorbibles más naturales y a la utilización de hilos o suturas que mejoren la
calidad de la piel ahí donde haya flacidez y permitan elevar sutilmente los tejidos.
El auténtico caballo de batalla tanto en la cirugía plástica como en la medicina
estética es la incorporación de los injertos de tejido adiposo (lipotransferencia)
para mejorar el volumen del rostro y para regenerar la piel mediante las células
madre, esto es el presente y el futuro en estos campos.
C. Bernal