Desde Otro punto…
Por Dolquisa Olivarez.

El se burló tan despóticamente de mi con una sola palabra GORDA, con todas las consecuencias que lleva el tamaño en mayúscula, que a modo sarcástico e hiriente se traduce a, mujer poco femenina, fea y demasiada desproporcionada, incapaz de conseguir a alguien que la amé por lo que es y dentro de mí me puse a pesar lo que esas palabras significan.
Aunque los apelativos nunca me han gustado puedo decir que como gorda por derecho y causa (me gusta comer y no me gustan los ejercicios), en mi defensa alego que soy ancha de huesos como Galfied, que adoro todo lo que engorda y aborrezco todo lo que es nutritivo. Cada uno, es sus circunstancias y puede que mi peor enemiga sea yo, pero pienso que somos lo que somos y en nosotros está cambiar o no. Me niego a que me amen porque soy una imagen de lo que la sociedad prejuzga, reniego del falso amor, que te quiere, pero exige bajar de peso.
Rechazo transformarme en otra yo físicamente y que para mantener las formas tenga que sacrificar mis gustos y vomitar mis inseguridades para seguir con el código de lo correcto establecido. Siendo una transformación del miedo, porque a veces ni cambiando físicamente nos liberamos del antiguo yo,
Aplaudo a todas aquellas personas que se sienten libres después de muchos kilos de maltratos, inseguridades y rechazos, pero no importa el estuche cuando el regalo es puro humo.
Así que me desnudo de cuerpo y alma, me abrazo, con mis virtudes y mis defectos, con la sonrisa coqueta de saberme erótica, sensual y libre.
Aunque no aparezca mi talla xxxl en las tiendas de modas, aunque mi ropa haya quedado guardada para cuando vuelva a bajar.
Me libero de mis propios esquemas mentales y sociales, los mando a tomar por saco, permitiéndome alcanzar mi propio perdón y mi única paz que es la de espíritu.
Foto: eldiario.es