Entrevista exclusiva Kirsy Reyes habla con el destacado médico Cirujano Carlos Bernal

Muchos seres humanos frente al reto de poner en marcha nuevos proyectos personales,
contraer responsabilidades profesionales de mayor importancia o en definitiva
desarrollar actividades diferentes que signifiquen un ascenso y por lo tanto un absoluto
cambio de vida instantáneamente piensan en recurrir a la Cirugía Plástica, la “cirugía
soñada”, “la que embellezca”, “la que transforme aquella zona molesta que los hace
verse y sentirse desagradables”. Y es que indudablemente inclusive para los más
escépticos este asunto conlleva en la gran mayoría de personas una clara y evidente
repercusión psicológica.
¿Qué es lo bello?
¿Es lo bello lo ideal? ¿Es la realidad separada del dominio de lo particular y de lo
accidental? Es la fusión o armonía de los dos principios de la existencia de la esencia y
de la realidad de lo visible y de lo invisible? Es esto verdad?
Insisto: ¿Qué es lo bello? Acaso la objetividad o lo infinito de la subjetividad? Será una
gota del océano de Dios como manifestó Leibniz?
La belleza física es la armonía de las diferentes partes del cuerpo y del rostro, su
equilibrio. Ya lo decía Pitágoras: “La armonía es la unidad de las diversidades y la
integración de las diferencias”.
Soy Cirujano y recibo diariamente pacientes que desean ser más jóvenes y bellos, sin
embargo durante la entrevista previa y necesaria a cualquier cirugía les hago una
pregunta de rigor que para mí es de vital importancia: ¿Para qué desea operarse?.
Y les puedo decir que en la gran mayoría de los casos la respuesta que escucho pone
sobre el tapete conflictos subjetivos que provocan trastornos tales como depresión,
ansiedad y angustia; problemas de pareja de toda índole que van desde comentarios y
epítetos ofensivos por lo general de los esposos hacia sus esposas que tienen que ver
con el aspecto físico de ellas que ya entradas en años han sufrido los cambios
ineludibles del tiempo y diría además aquellas cicatrices indelebles del sacrificio y la
entrega absoluta, situaciones éstas que conducen a la separación y divorcio. Y en lo que
tiene que ver con los conflictos laborales desde la entrevista de trabajo, la
competitividad, el celo profesional y aquella carta inesperada de despido son situaciones
en las cuales la apariencia física y el buen parecer cobran una factura importante.
Es que acaso nos estamos olvidando del ser humano cognitivo, alma y espíritu?
Qué pasa en el interior de esa persona? Será que piensa que todo su yo y su entorno
situacional cambiará con el solo hecho de perfeccionarse externamente?
La Cirugía estética no puede operar el alma. ¡Esa es la verdad! Existen mujeres
hermosas pero infelices, hombres atractivos pero fracasados, entonces en qué radica
nuestra felicidad: Sólo en tener una nariz bella y un cuerpo con medidas simétricas?
Yo les digo a pesar de ser Cirujano, que la estética no lo es todo. El ser humano es
cuerpo, espíritu y mente y debemos enfocarlo en esas tres dimensiones y no
empobrecerlo valorando solo una de ellas, por lo tanto embellecer nuestro espíritu y
cultivar nuestra mente debería ser ante todo la máxima aspiración en el objetivo de
nuestra vida. La Cirugía Estética ayudará en ese camino, solo eso, no es el fin es un
recurso.
Este artículo de reflexión va dirigido a todos aquellos colegas que por la premura del
tiempo, evitan conocer a ese paciente como un ser humano que en la gran mayoría de
los casos enfrenta problemas serios que cree equivocadamente que los solucionará sólo
con una cirugía y también mi intención es de que sirva de análisis para aquellas
personas, futuros pacientes, para que antes de operarse busquen solucionar aquel hecho
incómodo que molesta sus vidas y luego sí en completa armonía tridimensional se
sometan a un hecho trascendental que significa embellecerse.